Cultura

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No sé si valía la pena el castigo propiciado por la conciencia, o si darle rienda suelta dejaría en desastre esta vida, pero ya estaba en el suelo la víctima, las huellas por todas partes y el culpable entre la multitud.

Mirando con sorpresa ante todo ese público, soltó un llanto, pero no por haber aniquilado ese cuerpo, sino por haber dejado marcas en el suyo, por el rostro vívido en su memoria y el terrible y amargo dolor de no haber fallecido con ella...

con esa víctima llamada amor.

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